El mindfulness mediterráneo: La Siesta ( I parte)
La tradición española de la siesta viene del siglo XI y tiene su origen en una de las normas de la orden monástica de San Benito, que obligaba a acostarse en total silencio durante la hora sexta, entre las dos y las tres del mediodía, con la finalidad de retomar fuerzas para el resto de la jornada. La costumbre se extendió, comenzó a adoptarse en otros monasterios y pasó al pueblo, que empezó a llamarla “siesta”. Hoy en día es una práctica que se mantiene no solo en España sino en muchos otros países. Sus beneficios son reconocidos internacionalmente. Los habitantes de España, gozan de un clima mediterráneo que se caracteriza por un ambiente templado y cálido, factor que ha sido determinante a la hora de adoptar la siesta como un elemento cultural.
Una pausa reconstituyente
La siesta es una costumbre de miles de años y se cree que primero se considero como una necesidad física para afrontar el cálido verano, más que un lujo. La siesta al estilo “ andaluz” puede durar hasta dos horas y medias, para evitar el calor del día, y en realidad responde a una necesidad biológica que tienen todos las personas en climas calientes, para tener un breve receso antes de abordar las tareas de la tarde; reduciendo así el nivel de energía vital. El formato más contemporáneo de la siesta suele oscilar entre los 10- 20 minutos, y no la “gran siesta”, que normalmente se asocia con España.
Reposo consciente: Fueron los árabes los que trajeron a España la siesta, encontramos su origen en la Ley Islámica y esta descrita en el Corán, como una práctica benéfica. “Qaylulah”, significa descansar después de la comida y no necesariamente es dormir, sino más bien un espacio para fortalecer la mente y revitalizar a la persona. Pero la hora “sexta” en latín, es lo que da origen a la palabra Siesta o descanso de mediodía. Más allá del Islam, los romanos tenían una siesta regular, que se consideraba una necesidad física más que un lujo o una práctica. Tenían una política de salud que la incluía socialmente La mayoría de las personas sufrimos una crisis de cansancio cada 24 horas. La siesta ayuda a reposar tranquilamente hasta la fase nocturna del reposo
Un tiempo de silencio después de la comida
Como otras costumbres de los pueblos del Mediterráneo, los españoles tienen un estilo de vida en el que se fusionan la cultura con el hábito tradicional. La siesta ha permitido crear una armonía silenciosa que ha favorecido el desarrollo de una civilización milenaria, basada en el tiempo de silencio después de la comida.
Los españoles son conocidos por el gusto de la “larga siesta”, pero esta práctica permitió a través de los siglos a los jornaleros agrícolas y ganaderos descansar durante las horas más calurosas del día. Así también aumentaban su productividad nocturna. Tradicionalmente la siesta duraba dos horas y media, porque se decía que era el tiempo en que tardaba el cuerpo en hacer la digestión. Antes de toda siesta hay una buena comida solo o acompañado, y después uno se va a reposar. Para ello no hace falta irse a la cama, ni ponerse el camisón, es suficiente un buen sofá, una mecedora o una buena sombra bajo un árbol; para tener una buena siesta. Como no todas las personas pueden dormir a mediodía, la costumbre se acerca más a tener un descanso a mediodía, lejos del calor del sol . España es Tierra de Siesta, vida lenta y sosegada. Muchos extranjeros que la visitan no comprenden la pausa de mediodía, pero esa perspectiva lenta es puramente española: moverse lento, disfrutar, comer bien y relajarse
Lección de Vida Lenta
Es evidente que existen muchas diferencias entre las diferentes formas de sueño en los diferentes países del mundo, y en diferentes momentos de su historia. Tradición, valor cultural, condiciones y ambiente local han tenido una gran incidencia en la práctica actitudinal de la siesta.
Una diferencia importante ha sido sin ninguna duda, la gran cantidad de horas solares que tiene España, dando lugar a patrones de sueño diferente. Aunque el Occidente industrializado pretendió modificar ese habito, España se resiste a su estilo lento. Parece cierto que hoy dormimos una hora menos que hace un siglo, y menos horas que antes de que existiese la luz eléctrica. La iluminación artificial cambio el inicio del sueño, haciendo que nos concentrásemos más en dormir de una sola vez- sueño monofásico- en lugar de en periodos diurnos- sueño polifásico- más propia de la sociedades no desarrolladas o nómadas.
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