Salman Khan y Nicholas Negroponte son dos investigadores comprometidos y empeñados en demostrar que la educación digital está cambiando el mundo con potentes tecnologías que amplían el aprendizaje de todos y en todas partes. Por Koncha Pinos- Pey
Salman es hijo de madre india y de padre bengalí, nacido en Luisiana. Es licenciado en matemáticas, ingeniería electrónica y computación, MBA en Harvard. Todo empezó en 2004 cuando empezó a ayudar a su prima Nadia a estudiar matemáticas, utilizando una herramienta sencilla de Yahoo. Entonces más familiares y amigos les pidieron ayuda; así se le ocurrió iniciar una serie de tutoriales en Youtube.
En el 2006 fundó la Khan Academy (www.khanacademy.org), una organización que proporciona educación de calidad a cualquier persona en cualquier lugar del mundo. Es una propuesta de aprendizaje online gratuita con más de 4.300 vídeos dirigidos a estudiante de primaria y secundaria sobre todo tipo de temas: matemáticas, biología, química, física e incluso economía o historia. Hasta ahora llevan más de 240 millones de cursos realizados. Los vídeos originales están en inglés y adaptados al sistema americano, pero en este año ya hay más de 1.000 vídeos doblados al español.
Salman descubrió que su auténtica vocación era enseñar online a aquellos que tenían mayores dificultades o no podían acceder al aprendizaje. Sus escritos son una erudita reflexión sobre cómo reorganizar la educación. “En gran parte del mundo, las escuelas usan un modelo de enseñanza de arriba a abajo, teocrático, heredado de Prusia. Es un sistema militar”. Los estudiantes son tratados como soldados, no tienen que razonar, solo obedecer y marcar el paso. Cuando alguno tropieza se cae, y es castigado… y pasa un rato hasta que pueda sintonizar el paso.
“No debe haber barreras para experimentar la hermosura del aprendizaje. ¿Por qué los niños tienen que pagar por la educación?”, cuestiona Salman.
Uno de sus principios fundamentales es “crear una educación de calidad mundial y rápida”. De primera, no barata, no de segunda mano. Realmente Khan apuesta porque la gente que vea sus vídeos y aprendan por ellos mismos desde la experiencia.
“Yo no pretendo resolver los problemas de la educación, pero sí estoy seguro de que vamos a mover la pirámide… a dinamizarla. Eso es lo increíble, que tenemos con las nuevas tecnologías la posibilidad de hacer experimentación a velocidad de internet con múltiples escalas de datos”.
Nadie puede saber qué pasara con la Khan Academy en diez años, pero sí sabemos que está marcando tendencia en la dirección correcta.
One Laptop per Child
Un experimento realizado por la Fundación One Laptop per Child (http://one.laptop.org), que dirige Nicholas Negroponte, ha mostrado resultados increíbles con niños en Etiopía. El objetivo de la investigación clínica era ver si niños analfabetos sin exposición previa a palabras escritas podían leer y escribir por sí mismos, mediante la experimentación del tablet, con juegos precargados sobre alfabeto, e-books y películas de dibujos animados, artes y otros programas.
Nicholas Negroponte organizó este proyecto además con tablets alimentados con energía solar. Los niños, una vez que habían aprendido, enseñaban a los adultos de la aldea a usarlas. Una vez por semana un técnico visitaba las aldeas para ver si necesitaban ayuda o reparar alguna tablet. No fue necesario.
El experimento se llevó a cabo en dos aldeas rurales aisladas con 20 niños de primer grado de edad, a 50 kilómetros de Addis Abeba. Los niños nunca habían salido de la aldea, no habían visto un papel impreso, ni señales de tráfico, ni embalajes. Los técnicos dejaron las cajas cerradas en la aldea -pensando que los niños no las abrirían- pero no tardaron ni cuatro minutos en abrirlas y en empezar a jugar con las tablets. A los cinco días usaban 47 aplicaciones por día, en dos semanas cantaban canciones, y en cinco meses podían leer.
Cuando los niños son capaces de aprender a leer, entonces pueden leer para aprender -dice Negroponte. Una niña con una tablet no es una consumidora pasiva sino una participante activa en la comunidad mundial del aprendizaje. A medida que crece aprende nuevas ideas, software, contenido, recursos y herramientas que la ayudan a crecer. Y es esta misma naturaleza científica de curiosidad la que hace que aprenda y pueda enseñar a otros; compartir ideas, gracias a la naturaleza de la sociabilidad. Los niños son aprendices y maestros.
A medida que el ritmo en el mundo aumenta de manera espectacular, la urgencia de preparar a todos los niños de los países emergentes a ser ciudadanos de pleno derecho también se incrementa dramáticamente. No se puede predecir el mundo que heredarán nuestros hijos. La mejor preparación para los niños es desarrollar la pasión por el aprendizaje y la capacidad de aprender a aprender.
La causa principal del rápido cambio, la tecnología digital, también proporciona una solución. Cuando todos los niños tienen una computadora portátil conectada, lo que tienen en sus manos es la clave para el pleno desarrollo y la participación. Los límites se borran, ya que pueden aprender a trabajar con otros alrededor del mundo, para acceder a los materiales de alta calidad, modernos, para comprometer sus pasiones y desarrollar sus conocimientos… Están liberando el aprendizaje.
Los niños no carecen de capacidades sino de oportunidades o recursos… En los primeros años del One Laptop per Child hemos visto dos millones de niños antes marginados aprender, lograr y empiezan a transformar sus comunidades.
El poder de la educación digital para los ciudadanos es la más alta ambición de la sociedad. La educación digital está cambiando el paisaje con potentes tecnologías que amplían el aprendizaje de todos, y en todas partes. Está cambiando también el futuro de las clases, de las escuelas y del aprendizaje… creando también una fuerte crisis para aquellos que ven la educación como un negocio o un instrumento de control político y económico.
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