Desde 1989, con Howard Gardner, hemos aprendido muchas cosas acerca de nuestras inteligencias. Una de las cosas más interesantes es que creíamos que el arte vivía en una parte específica de nuestra mente o cerebro. Pero ahora sabemos que todos somos potencialmente artistas.

La mayoría de los otros somos capaces de reconocer el arte o de participar de fenómenos artísticos (escuchar una pieza musical, tararear una melodía, contemplar una obra de arte…). Aprendemos a valorar el arte en tanto que nuestra cultura lo valora; así que valoramos lo que es valorado por similitud o referencia. Y si nos exponen a un entorno donde podemos participar del arte, podemos llegar incluso a ser bastante buenos en alguna disciplina.

Para que un niño o un adulto triunfe en las artes es necesario que se den dos condiciones: 1. que en nuestra mente haya una motivación para desarrollar el arte y 2. que exista un ambiente cultural o comunitario de apoyo que nos sustente.

La Teoría de las Inteligencias Múltiples habla extensamente sobre la importancia de la educación en las artes. Todos nosotros somos potencialmente artistas, pero la escuela tradicional ha hipervalorado las inteligencias lógico-matemática y verbal, aunque otras estimulan el desarrollo de la espacial, musical, naturalista, interpersonal, interpersonal, corporal y kinéstesica.

Pero ninguna de las anteriores es una inteligencia artística per se. ¿Por qué? El arte es una creación de la Humanidad, que ha ido convocando y perfeccionando las diferentes formas artísticas. Por tanto, cada una de las inteligencias puede ser trabajada en el ámbito artístico. La inteligencia espacial por ejemplo se puede utilizar para la navegación, la medicina o la anatomía, o para la pintura, arquitectura, escultura. Creemos, por ejemplo, que la inteligencia musical es algo netamente artístico, pero si reflexionamos un momento podemos deducir que también se pueden usar los sonidos para soportar el dolor de oídos, o el tam-tam africano para comunicarnos. Nada de esto parece especialmente artístico, de ninguna manera.

Imitar a los genios

Un genio es alguien que se destaca de forma particular por sus capacidades, dones, obras o hacer algo que nunca nadie haya logrado. El genio está totalmente vinculado en nuestra sociedad al concepto de inteligencia, y la manera más normal hasta ahora de medirla ha sido mediante los tests psicométricos de CI. Pero estos tests tienen un elevado sesgo cultural: han sido hechos para hombres blancos y anglosajones occidentales.

Que un niño pueda mostrar su genialidad usando las artes o no en cualquier ámbito de sus inteligencias depende muchísimo del entorno. En nuestro país, por ejemplo, se dota y cuida más a los niños con discapacidades que a los niños con “altas capacidades”. La sociedad a veces “persigue todo aquello que no comprende”, y quizás por ello se percibe al genio como alguien peligroso, raro, anacoreta, insociable, incomprensible.

Ya lo dijo Eduardo Galeano: “Este mundo nunca ha sido tan desigual en las oportunidades que brinda y tan igualitario en las costumbres que impone”. Einstein, Virgina Woolf, Madame Curie, Miguel Angel o Leonardo eran dueños de mentes más desarrolladas que las de sus coetáneos… Eran mentes geniales. Se cuestionaban lo que oían, veían, olían, sentían y decían. Además observaban, investigaban, experimentaban, probaban, erraban y volvían a probar. Aunque estos genios no fueron precisamente personas alegres, buenas, felices, familiares, entusiastas o imaginativos.

Leonardo da Vinci desarrolló siete principios para que todo ser humano puede llegar a tener una mente genial:

  1. Curiosidad. Ver toda la vida con mente de aprendizaje, y no cesar de buscar el aprendizaje. Convertirse en un agudo observador.
  2. Probar, investigar, persistir. Leonardo falló muchísimas veces y experimentó el desdén de los otros, pero no cesó en la búsqueda de la verdad y la belleza, no se dejó vencer. Así llegó a plantear la necesidad de persistir en la experiencia hasta probar la intuición de una teoría.
  3. Sensaciones. Todas nuestras inteligencias provienen de la transformación de la percepción en obras; este refinamiento de las sensaciones es fundamental. Permitirte sentir es el medio para llegar a experimentar la experiencia.
  4. No apegarse. Establecer la posibilidad de la duda, de la incertidumbre en todo, del desapego. Leonardo dirá: “Aquel pintor que no dude, no logrará nada”.
  5. El matrimonio del arte y la ciencia: Pensar con todo el cerebro, estudiar la ciencia del arte y el arte de la ciencia.
  6. Organicidad. Cualquier cosa que hagas cuídate de pasarlo por el cuerpo. Leonardo lleva el modelo de perfección humana del cuerpo a la mente.
  7. Conexión e interconexión. Leonardo reconocía que para innovar había que encontrar otras formas de conectar los fenómenos o los hechos. Este pensamiento orgánico era el paisaje mental de Leonardo, veía las partes en el todo. Así podía comprender que un cuadro se transformase en una máquina o viceversa.

La vida de Leonardo -o de otros genios- puede servimos de guía para encontrar el que somos. Al inspirarnos por mentes prodigiosas de la Humanidad, llegamos a beber en sus mentes y sentimos el fuego de su pasión en nuestro cuerpo.

Estamos dotados con un potencial artístico infinito y con una capacidad ilimitada de conectarlo con conocimientos múltiples. Si lo que más sabemos de la inteligencia se ha descubierto hace tan solo 20 años, ¿podemos permitirnos representarnos de otras formas?

Uno de los tópicos más fuertes que hemos tenido que vencer es creer que con la edad nuestro cuerpo y cerebro empeoraba. Pero ahora sabemos que la mente mejora con la edad, las neuronas espejo siguen trabajando y bien adiestradas pueden llegar a realizar conexiones y conexiones cada vez más complejas. Nuestro legado neuronal es tan grande que incluso solo leyendo la vida de los grandes genios podemos aumentar nuestro patrimonio neuronal diario.

Si aprendemos por empatía, si nuestra “asana” es una forma mental de asidero a través de la imitación fundamental de otros humanos, es lógico afirmar que buscando buenos modelos que nos inspiren y nos guíen tendremos muchas más posibilidades de aumentar nuestro potencial.

Leonardo siempre fue a lo esencial, profundizó en la belleza e intentó no perder su autenticidad. Quizás puede inspiraros en un cambio para usar otras inteligencias.

Por Koncha Pinós-Pey

 

       

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